La construcción de la verdad desde la subjetividad
- María Monserrat Aparicio Baltazar
- 4 nov
- 7 Min. de lectura
El concepto de “verdad” y su contenido ha sido objeto de estudio a lo largo del tiempo debido a la complejidad de definición. El presente ensayo abordará diferentes perspectivas para formar un recuento de los elementos que conforman la subjetividad del concepto, tanto en el aspecto individual como la aplicación de este dentro de una comunidad. Se expondrá el conocimiento que otorga la verdad como herramienta de beneficio personal, las características con las que se ha forjado la conciencia individual para pertenecer a una sociedad y algunos factores que con base en la cercanía de los vínculos sociales son tomados en cuenta para compartir la verdad.

La construcción de la verdad desde la subjetividad
Definir la verdad como concepto, de acuerdo al diccionario de la real academia de la lengua española, es hablar con conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa, es decir, una coherencia de la persona que expone la verdad. Sin embargo, habría que preguntarse ¿realmente estamos siendo coherentes con nosotros mismos al hablar de la verdad? Si hablamos de una construcción de conocimiento personal, entonces tendríamos que reconocer una verdad definida por el contexto social y cultural en el que nos desarrollamos.
De acuerdo con Foucault, establecer un concepto de nosotros mismos se trata de una práctica antigua práctica de la cultura griega y romana la cual se denomina gnothi seautón (conócete a ti mismo o cultivo de sí) en la que es indispensable la perspectiva del otro para crear una verdad de sí mismo “el decir veraz sobre uno mismo, y esto en la cultura antigua, fue una actividad realizada entre varios, una actividad con los otros, y más precisamente aun una actividad con otro, una práctica de dos” (Foucault, 1984, p.22). Por lo tanto, la formación personal siempre está determinada por los demás miembros de la comunidad.
Pertenecer a una comunidad deja un poco de lado la individualidad del ser humano ya que toda acción está relacionada a la reacción de los demás. Somos seres sociales que pertenecemos a un periodo de tiempo en el que estamos existiendo a en conjunto con otros. Heidegger utiliza el término “ser-ahí” para situarnos en un punto temporal de coexistencia con otros de modo que formamos parte de un “ser-uno-para-otro”. La identidad individual está compuesta por nuestro ser en conjunto con los demás, “en tanto el ser-ahí es un ente al que va anejo el soy yo y a la vez está determinado como ser-juntamente-con-otros, mayormente y como término medio no soy yo mismo mi ser-ahí, sino que lo son los otros” (Heidegger, 2001, p. 23). Entonces podríamos plantear la idea de que la verdad personal también podría estar definida por la interacción con la comunidad a la que pertenecemos, dicha interacción se establece por lo que le ocupa a cada persona para así crear experiencia dentro del tiempo en el que se encuentre situada, esta experiencia es la auto-interpretación individual del ser.
La verdad personal no es un acto solitario: se construye en diálogo con la comunidad.
Por el contrario a la adquisición de la experiencia, Kant apunta a la sensibilidad personal por medio de la metafísica como herramienta para adquirir conocimientos “La perfecta unidad de este tipo de conocimientos, a base de simples conceptos puros, donde ninguna experiencia, ni tan siquiera una intuición especial conduce a una determinada experiencia (…) hace que esta incondicionada completud no solo sea factible sino necesaria” (Kant, 2002, p. 14). Esta postura no descarta el conocimiento adquirido a partir de formar parte y desenvolverse en el entorno (experiencia), pero se inclina a probar que los conocimientos universales y necesarios pertenecen a la propia capacidad cognitiva acompañados de la sensibilidad. No sería posible verificar las acciones y experiencias sino es por medio de los sentidos.

Lo cierto es que para tener una verdad y poder expresarla, es indispensable saberse con la capacidad de conocerla, en este punto nos cuestionamos ¿estamos preparados para conocer “la verdad”? Por medio de la interpretación personal a través de la conciencia podemos discernir el contenido del conocimiento, el cual una vez adquirido no tiene vuelta atrás, “ardua tarea la de retornar al estado de inocencia por medio de la conciencia, ya que ésta no sólo nos separa de nosotros mismos, sino también del “mundo”, de la naturaleza, de los otros” (Safranski, 2013, p.12). La verdad puede tener diferentes matices, los cuales no siempre son positivos para quien la conoce, así como también existe la posibilidad de modificarla a partir de la ventaja que ofrece poseerla. La conciencia de cada persona está determinada por su formación y valores, los cuales son decretados por la sociedad a la que el ser humano pertenece, y si estos pertenecen a un saber comunitario, entonces no estaríamos hablando de una conciencia completamente individual aunque también es importante tomar en cuenta el criterio personal para hacer uso del conocimiento otorgado por la verdad.
La conciencia está enteramente relacionada a la persona y su contexto social, por lo tanto, quien tenga la verdad está sujeto a su propio ser para manejarla, Sartre advierte los peligros de no ser fieles a nosotros mismos definiendo la “mala fe” como una amenaza y un riesgo permanente a la conciencia cuando nos mentimos a nosotros mismos, sobre todo si esta mentira es expuesta como verdad en el medio “el mentiroso tiene la intención de engañar y no trata de disimularse esta intención ni de enmascarar la translucidez de la conciencia (…) ejerce explícitamente un control regulador sobre todas las actitudes” (Sartre, 1989, p. 43). El conocimiento y modificación de la verdad sugieren la superioridad individual ya que puede hacer uso de este de acuerdo a lo que su conciencia le permita, entonces ¿toda la verdad que se nos ha compartido es real o ha sido modificada por quien tiene el privilegio de usarla como beneficio personal? La persona que conoce su ventaja al exponer una mentira será quien se mienta así mismo y su conciencia, aunque es importante tomar en cuenta que dicha conciencia (formada por valores sociales) sea permisiva a la práctica de estas acciones o si representa un conflicto personal para quien sabe que se miente a sí mismo.
Toda verdad es una interpretación situada, moldeada por la cultura, la moral y la conciencia
Retomando la pertenencia a la sociedad habría que señalar que el contenido de la verdad va a depender del contexto comunitario, pero el usarlo como ventaja, o no, es completa responsabilidad individual, la cual, sigue estando formada por el desarrollo de las relaciones con otros. De acuerdo con Richard Rorty, las relaciones humanas tienen mayor apego y lealtad mientras más cercanas sean, y de esto depende qué tan justos podemos ser en un entorno global. Es decir, nuestra moral y empatía están dispuestas al tipo de relación que tenemos con los miembros de la comunidad. “Cuanto más difícil se vuelve la situación, más se estrechan los lazos de lealtad con las personas que nos son cercanas y más se aflojan con todos los demás” (Rorty, 2010, p. 80). Entonces, habría que plantear la posibilidad de la verdad como una herramienta que brinda un privilegio para quien la expone y cuestionar ¿realmente se nos ha presentado como un conocimiento verdadero o siempre ha sido subjetiva desde la perspectiva cultural que la emita?

La verdad no es un conocimiento nato, se va construyendo a partir de experiencias y contacto con la comunidad, y, aunque es importarte tomar en cuenta la sensibilidad (propia del ser humano) para manejarla, no es posible comprobar su veracidad del todo, es decir, no puede existir una verdad absoluta ya que el conocimiento personal es subjetivo y está determinado a partir del desarrollo social. El mundo es un espacio multicultural y para poder afirmar una verdad tendríamos que considerar a cada persona desde su desarrollo comunitario, experiencias y la relación con los que se desenvuelve. La verdad es subjetiva de acuerdo a quién la expresa, y para afirmarlo hay que tomar en cuenta el vínculo con quién se comparte, la conciencia individual, los valores sociales y la lealtad a sí mismo. Aun así es difícil reconocer que toda la verdad que nos ha sido dada es una verdad absoluta y objetiva, ya que el contexto cultural ha sido cambiante a lo largo del tiempo, por lo tanto, tendremos que reconocer que la subjetividad individual forma parte importante de la concepción de la verdad.
Conclusión
Diferentes perspectivas filosóficas han realizado escritos sobre la verdad, ya que es un concepto con una naturaleza multifacética que ha sido objeto de estudio y presenta un reto buscar una definición universal sobre lo que implica. Hemos concluido que el contenido de la verdad permite indagar en su autenticidad a partir del contexto cultural, social y personal a la que pertenezca. Es importante resaltar que si bien una sola persona desarrolla la capacidad cognitiva en su individualidad, para exponer la verdad es necesario un receptor, es decir, formar parte de una comunidad, misma que dicta la moral y, la conciencia personal está conformada en parte por la formación social tanto como por la perspectiva sensible, por lo tanto, es subjetiva a la experiencia y reflexión particular de cada persona. Nos enfocamos en que todo conocimiento que afirma ser verdad ha sido construido con base en el desarrollo y experiencia personal de quién lo posee. Toda persona tiene una singularidad de la conciencia, pero esta se ve modificada por la relación y cercanía que exista para con los demás, entonces la verdad se puede modificar de acuerdo a las necesidades que el contexto presente y el propósito a cumplir en la comunidad, por lo tanto, la construcción del conocimiento a partir de la verdad es subjetivo.
Referencias
Foucault, M. (1983-1984). El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de otros II. Fondo
de cultura económica.
Heidegger, M. (2001). El concepto del tiempo. Minima Trotta.
Kant, I. (2002). Crítica de la razón pura. Alfaquara.
Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.7 en
línea]. <https://dle.rae.es> [11 de junio del 2024].
Rorty, R. (2010). Filosofía y futuro. Gedisa.
Safranski, R. (2013). ¿Cuánta verdad necesita el hombre? Tusquets.
Sartre, J. P. (1989). El ser y la nada. Iberoamericana.










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